sábado, 2 de diciembre de 2017

ALTO DE LOS MIGUELEJOS

Sábado 2 de diciembre, toca subir al Alto de los Miguelejos.
A las 8:30 más o menos después de dar cuenta de un buen desayuno en Cenes , tomamos carretera y manta y nos dirigimos a Quéntar, dónde recogemos a Paco  que nos hará de guía en esta ruta. No es que quiera hacer dejación de mis responsabilidades de guía titular, más bien no me queda más remedio que rendirme  ante tan buen conocedor del terreno. ¡¡ gracias Paco por guiarnos con paso firme y hacer tan ameno el camino!!
Dejamos atrás el pantano de Quéntar con su impresionante tajo, tomamos el carril del Tintín, dónde dejamos los coches e iniciamos la marcha, la primera salida invernal de esta temporada.
Desde este momento, ¡¡todo una gozada!! El cielo azul intenso, el aire limpio y Quéntar siempre al fondo vigilando nuestros pasos.
 Sin prisa pero sin pausa, dándonos tiempo para disfrutar del paisaje, ascendemos  hasta dar vista al Alto de los Miguelejos  “el cerro rebolondo” de mi infancia, dónde aparecían las primera nieves del invierno, a lo lejos, imponente nos espera con sus 2017 metros.
En el camino, unas veces por veredas,  las  más campo a través, parapetos, trincheras, cuevas, cortijos derruidos, majanos… nos recuerdan nuestra fatídica Guerra Civil y el esforzado trabajo de agricultores y pastores de tiempos no tan lejanos.
Bordeamos el cerro del Tamboril y ya en la falda de Los Miguelejos  paramos a reponer fuerzas antes del último “ repechón”. Todo un lujo degustar nuestras viandas en tan excepcional restaurante, Veleta,  Mulhacen,  Alcazaba,  Picón de Jerez, ante nuestros ojos.
Levantamos el campo y ¡¡arriba por el pedregal!! Recorremos toda la cuerda hasta llegar al punto geodésico del  Alto de Los Miguelejos, allí,  las excepcionales vistas , prometidas en ,  convocatoria, nos recompensan de cualquier esfuerzo, Sierra Nevada, Sierra Arana, Tejeda/ Almijara , El Lucero, La Maroma,  Sierra de Huetor,  Sierra de Baza, Hoya de Guadix…
Pero corre un airecillo que se cuela hasta os huesos, así que sin muchas contemplaciones y menos fotos de las habituales iniciamos el descenso hasta el barranco del Tintín por una fuerte pendiente con muchas piedras sueltas “con cuidadito y buena letra” alcanzamos una vereda que cómodamente entre amigables charlas y risas nos lleva al punto de partida.
Y  ahora las consabidas cervezas, vinos, tés, cafés, brindis y agradecimientos, imprescindibles en todas nuestras rutas.

 Besos y abrazos de despedida  y “cada mochuelo a su olivo”  ¡¡¡eh,eh eh  y las mochuelas  también!!!!

Crónica: Pepa López
Fotos: Indalecio.

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