viernes, 12 de octubre de 2012

Desde Las Negras a Agua Amarga



La ruta que hemos hecho este fin de semana la iniciamos en Las Negras, población a la que llegamos en microbús desde Granada. Antes de las 11 de la mañana estábamos en marcha, aunque, claro, ya en el mismo pueblo hubo tres senderistas que se "perdieron" en esta macrourbe y hubo que ir a rescatarlas y devolverlas a la verea buena.

Fuera ya de la población iniciamos la subida al Cerro Negro por una cómoda pista de tierra  que 30 minutos después se convirtió en una senda amplia y cómoda que comenzó a descender a la Cala de San Pedro. Las vistas desde la altura de esta playa eran espléndidas. Los restos de un fortín parcialmente destruido por una fragata inglesa en el siglo XVIII, presiden todo un entorno que destaca por su verdor. La comunidad hippy que desde años ocupa la cala ha ido construyendo multitud de pequeñas viviendas que a veces se camuflan con la vegetación.

Desde la playa iniciamos una subida zigzagueante con una gran pendiente que no cesará hasta alcanzar los 300 m de altitud. El ascenso es bastante duro y las personas menos en forma bien que lo notan en sus cuerpos. Para colmo, el sol, hasta ahora remiso, se desmelena mandando rayos cada vez más abrasadores. Pero la cumbre al fin se corona y la resfrescante agua inicial pronto se sustituye por un buen trago de palo cortado que anima a los cuerpo a seguir el camino.

Una vez en la Rellana, el sendero nos separa y nos vuelve a acercar a los acantilados, desde donde contemplamos diversas y minúsculas calas de aguas transparentes azul turquesa.

La senda comienza a descender hasta llegar a la Cala del Plomo donde decidimos comer porque la hora lo demanda y los estómagos también. Nuestra llegada rompe la chica calma de los bañistas nudistas que se preguntarían de dónde vendríamos con aquellas pintas. Claro que algunos/as pronto se mimetizan con el paisaje y se dan  un buen baño antes que atacar  los bocatas.


Algo antes de las cuatro de la tarde retomamos la senda que pronto nos conduce a la, a mi entender,   playa más bonita del recorrido: la Cala de Enmedio. Sus aguas cristalinas, su excelente arena y la tranquilidad que transmitía el lugar, invitaba a quedarse en ella lo que quedaba de la tarde.


Pero había que terminar el recorrido y  continuamos la ruta ascendiendo desde la misma playa por la ladera de un cerro hasta llegar al collado. Pocos minutos después llegamos a otra senda que inició la bajada hacia  Agua Amarga. Las vistas eran espectaculares: el pueblo parecía un oasis donde se entremezclaban el verde de la vegetación, el blanco de las casas y el azul del mar.
La meta estaba en el chiringuito, destino  habitual de este grupo senderista que no perdona una cerveza final por nada del mundo. ¡Ah!, la playa de Agua Amarga también espectacular. Algunas de nuestras chicas (mejor las llamaríamos hermosas sirenas), no renunciaron a darse el último baño antes de subir al autobús.

Datos:

Crónica y fotos: JA Mesa

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